Los inicios de la IA: chatbots de los 70-90
La historia de la inteligencia artificial está repleta de curiosidades y avances que, aunque primitivos en su momento, sentaron las bases para las complejas tecnologías que conocemos hoy. Entre estos pioneros se encuentran los chatbots, programas diseñados para simular conversaciones con seres humanos, que comenzaron a cobrar vida en las décadas de 1970 y 1980. En este artículo, exploraremos cómo estos primeros chatbots moldearon el futuro de la inteligencia artificial conversacional.
ELIZA: La Madre de los Chatbots
Desarrollado por Joseph Weizenbaum en el MIT en 1966, ELIZA es considerado el primer chatbot en la historia. Aunque técnicamente fue creado en los años 60, ELIZA influenció fuertemente las décadas siguientes. Este programa usaba un script llamado DOCTOR, imitando a un psicoterapeuta rogeriano que parodiaba una conversación mediante la reutilización de las frases que el usuario escribía. Su capacidad para proyectar comprensión y empatía, aunque ilusoria, asombró a muchos y provocó debates sobre la inteligencia de las máquinas.
PARRY: El «Loco» de la IA
Avanzando a 1972, encontramos a PARRY, un chatbot desarrollado por Kenneth Colby, psiquiatra de la Universidad de Stanford. PARRY fue diseñado para simular a un paciente con paranoia esquizofrénica, presentando comportamientos y respuestas que reflejaban la mente de su arquetipo. A diferencia de ELIZA, PARRY tenía un sistema más sofisticado de emociones y creencias, lo que le permitía ofrecer respuestas más coherentes y variadas. En una famosa prueba, PARRY y ELIZA fueron conectados, resultando en una de las primeras y más intrigantes conversaciones entre máquinas.
ALICE y la Evolución Lingüística
Aunque nació a finales de los 90, el Artificial Linguistic Internet Computer Entity (ALICE) representa una evolución significativa en la programación de chatbots. Desarrollado por Richard Wallace, ALICE utilizaba el lenguaje de marcado de inteligencia artificial (AIML) para formar respuestas más elaboradas y profundas. ALICE fue uno de los primeros sistemas en buscar emular una conversación humana más natural y fluida, marcando un precedente para los futuros desarrollos en IA conversacional.
Jabberwacky y Racter: Explorando la Creatividad
Jabberwacky, creado por Rollo Carpenter, buscó ir más allá de las respuestas preprogramadas para generar diálogos que aprendieran y evolucionaran con cada interacción. Por su parte, Racter, aunque menos conocido, fue un experimento interesante en la generación automática de texto creativo, supuestamente escribiendo poesía y prosa.

Impacto y Legado
Estos chatbots no solo fueron experimentos tecnológicos, sino también culturales y filosóficos. Pusieron en cuestión las capacidades cognitivas de las máquinas y su potencial para emular comportamientos humanos. Además, abrieron el camino para que la inteligencia artificial se integrara en aplicaciones prácticas y cotidianas.
Hoy en día, con la evolución hacia modelos como GPT-3 y otros sistemas de IA avanzados, es claro que los principios introducidos por estos primeros chatbots siguen siendo fundamentales. Estas tempranas interacciones entre humanos y máquinas han evolucionado hasta convertirse en herramientas sofisticadas que pueden mantener conversaciones complejas, asistir en tareas diarias, y ofrecer soluciones personalizadas a problemas de gran escala.
Así, mientras seguimos avanzando en el desarrollo de tecnologías cada vez más integradas en nuestra vida diaria, es importante recordar y valorar estos primeros pasos que nos han traído hasta aquí. Los chatbots de los 70 y 90, con todas sus limitaciones y peculiaridades, fueron verdaderos pioneros en el vasto campo de la inteligencia artificial.
Detrás de la Máscara
Recuerdo que, a mis 15 años, me topé por primera vez con uno de esos libros viejos sobre la historia de la computación. Entre sus páginas amarillentas y esquemas en blanco y negro, se describían los primeros ordenadores, los inicios de internet y, por supuesto, aquellos chatbots primitivos. Lo curioso es que, en aquella época, yo veía estos programas como simples curiosidades, casi un pasatiempo friki sin demasiado futuro: los diálogos eran repetitivos, las respuestas parecían copiadas y pegadas, y la interacción se sentía ortopédica y limitada.
Aun así, me fascinaba la intención detrás de ellos: el esfuerzo por humanizar la interacción hombre-máquina, por hacer que una computadora pareciera “entendernos”. En mis tardes de chaval trasteando con un PC de los 90, probé algunos de estos chatbots: me entretenía un rato, bromeaba con ellos y luego lo dejaba. En mi mente, todo aquello parecía más truco de feria que un futuro real. No me hubiera imaginado que, años después, Siri, Alexa o Google Assistant se convertirían en asistentes de voz ubicuos, capaces de abrir puertas, controlar la música o incluso recomendarnos la ruta más corta en la ciudad.
Hoy, viendo en retrospectiva, me doy cuenta de que aquellos primeros chatbots eran una semilla importante. Y aunque en su momento no les di el valor que merecían, establecieron los cimientos de la inteligencia artificial conversacional. Sin ellos, tal vez no existirían las plataformas que hoy nos asombran con su capacidad de aprendizaje y su aparente naturalidad. Esa chispa de innovación —que parecía mero divertimento— fue el inicio de la revolución que, poco a poco, transformó completamente la forma en que nos comunicamos con la tecnología.
Al final del día, me quedo con la enseñanza de que, en la historia de la IA, muchas veces empezamos con prototipos rudimentarios que parecen juguetes inofensivos, pero acaban empujando la evolución de la industria. Siri, Alexa, Google Assistant, y modelos avanzados como GPT reflejan la culminación de décadas de experimentación. Y yo, que un día fui un adolescente curioso con libros gastados y un entusiasmo difuso, ahora me encuentro maravillado ante lo lejos que hemos llegado… y entusiasmado por lo que aún está por venir.
Filed under: Uncategorized - @ marzo 12, 2025 11:39 pm